Desafortunadamente, nadie ha estado ajeno a la inflación que está aquejando a muchos países incluyendo el nuestro. Paralelamente y como efecto de la pandemia, el trabajo, la cadena de suministro y la forma de consumir han cambiado. Esto nos ha obligado a repensar la forma en cómo usamos las cosas que compramos y de una u otra manera a apreciar lo que hemos conseguido como fruto de nuestro esfuerzo diario y a reconsiderar nuestra relación con el ambiente.
Recordemos la locura por conseguir papel higiénico hace un par de años, que nos sirvió para definir lo que no es negociable en nuestra forma de vivir. Aprendimos a valorar también nuestro espacio en casa, en la tierra y lo que realmente vale la pena.
Consideremos también que, a lo largo de los años, los fabricantes de una amplia gama de productos han dificultado cada vez más la reparación de cosas, por ejemplo, limitando la disponibilidad de piezas o prohibiendo quién puede manipularlas. Esto ha afectado desde las consolas de juegos hasta al equipo agrícola, incluyendo los teléfonos celulares, equipos militares, refrigeradores, automóviles e incluso ventiladores de hospitales.
Actualmente en el varios países se discute una regulación cuyo objetivo es establecer las reglas del derecho a la reparación, y dicen los defensores que es para exigir a las empresas que pongan sus piezas, herramientas e información a disposición de los consumidores y talleres de reparación para evitar que los dispositivos acaben en la chatarra. Argumentan que sus reglas actuales restringen el uso de los dispositivos de las personas y fomentan una cultura de usar y tirar al hacer que las reparaciones sean demasiado difíciles.
También argumentan que es parte de una cultura de obsolescencia planificada: la idea de que los productos están diseñados para durar poco tiempo a fin de alentar a las personas a comprar más cosas. Eso contribuye al desperdicio de recursos naturales y uso de energía en un momento en que el cambio climático, requiere un movimiento en la dirección opuesta para controlar las emisiones que calientan el planeta.
Pensemos que la extracción y fabricación de materiales para el iPhone, representa aproximadamente el 83 por ciento de su contribución a las emisiones que atrapan el calor en la atmósfera a lo largo de su ciclo de vida, según los datos de fabricación de Apple y para una lavadora, por ejemplo, es alrededor del 57 por ciento.
Las cosas han cambiado tanto, que ahora las marcas se han reservado el derecho de ser ellas mismas quienes reparen los productos, tanto la parte física como el de los programas que facilitan su funcionamiento. Y es que quizá nos acostumbramos tanto a las “actualizaciones” que nos olvidamos de los detalles de las partes físicas.
Hoy en día, son muchos productos para los cuales encontrar una refacción o una parte dañada, puede ser cuestión de meses. Tampoco resulta fácil encontrar aquellos viejos locales de reparación, mercados de segunda o expertos en equipos. Muchos oficios han ido desapareciendo.
Por otro lado, nos encontramos afortunadamente, con una generación joven que acercándose a plataformas como YouTube que buscan “un tutorial” para hacer el intento y poner nuevamente en marcha algún producto y también personas retiradas que quieren enseñar y seguir trabajando. De acuerdo al portal Circle los consumidores reparan cada vez más sus electrodomésticos para ahorrar dinero (47 %) y tiempo (44 %), mientras que más de una cuarta parte (29 %) afirma que es más respetuoso con el medio ambiente reparar sus artículos, que tirarlos y comprar uno nuevo, según los hallazgos.
La tendencia “Hágalo usted mismo” ha experimentado un gran auge durante los últimos años debido al encierro y no muestra signos de disminuir. Desde la instalación de nuevos filtros en la campana extractora, hasta el reemplazo de un sello de la puerta del horno, las personas se han dado cuenta de lo fáciles que pueden ser las reparaciones y la satisfacción que conlleva poder arreglar las cosas por ellas mismas.
¿Qué es el comercio social? ¿Cómo puede ayudarte?
Termino con unos breves consejos para iniciarse:
1.-Investiga antes de actuar
2.-Busca tutoriales, manuales y recomendaciones en línea
3.-El mantenimiento regular es un gran aliado
4.-Ármate bien con herramientas adecuadas
5.-Di no a lo nuevo, si aún tiene posibilidades, cuida el ambiente. Y finalmente:
6.-Apoya las leyes pro derecho a la reparación.
¡Gracias por leerme y compartir!
Con información de: The New York Times, Circular on line, Science direct.
1 comentario en “Reparaciones ¿Derecho, ética o tendencia?”
Pingback: ¿Cómo desarrollar la mentalidad de innovación? – Pablo A. Torres BRANDMktg