Los exoesqueletos robóticos combinan tecnología e innovación médica para devolver movilidad a pacientes y potenciar capacidades humanas en diversas industrias.
Un exoesqueleto es una estructura robótica externa que aumenta la fuerza física y movilidad humana mediante sistemas mecánicos, sensores y actuadores. Tienen sus raíces conceptuales en los diseños de Leonardo da Vinci del siglo XV. El primer intento documentado fue en 1890, cuando Nicholas Yagn patentó un «aparato para facilitar caminar» usando energía almacenada. En 1960, la colaboración entre General Electric y el ejército estadounidense produjo el Hardiman, primer exoesqueleto electromecánico, aunque limitado por su peso excesivo. En 1969, Miomir Vukobratović desarrolló el primer exoesqueleto para asistencia médica en Yugoslavia. Los años 70 vieron avances significativos en Japón, donde Yoshiyuki Sankai comenzó su investigación. La Universidad de Berkeley inició en 1986 su programa BLEEX (Berkeley Lower Extremity Exoskeleton). Para finales de los 90, DARPA incrementó significativamente la financiación para proyectos militares, mientras instituciones como MIT y Universidad de Tsukuba desarrollaban prototipos más livianos y eficientes, estableciendo las bases para la revolución que llegaría en el siglo XXI.
En estos últimos años se han transformado radicalmente los exoesqueletos. Cyberdyne introdujo en 2004 el HAL (Hybrid Assistive Limb), primer sistema controlado por señales musculares del usuario. En 2010, Ekso Bionics presentó el eLEGS para rehabilitación de lesiones medulares. Un hito crucial ocurrió en 2014, cuando ReWalk recibió aprobación de la FDA para uso doméstico.
El ámbito industrial adoptó esta tecnología con el FORTIS de Lockheed Martin y el EksoVest implementado por Ford en 2018. Entre 2020-2025, los avances se aceleraron con materiales ultraligeros como fibra de carbono y aleaciones avanzadas, reduciendo el peso hasta un 60%.
La integración de inteligencia artificial permitió exoesqueletos adaptativos que aprenden patrones de movimiento únicos. Los «exotrajes» suaves desarrollados por Harvard y Samsung emplean textiles activos y actuadores flexibles, eliminando la rigidez tradicional. Las interfaces cerebro-máquina han permitido el control mediante señales cerebrales, beneficiando a pacientes con parálisis severa.
Los exoesqueletos revolucionan la rehabilitación neurológica al permitir la repetición intensiva de movimientos naturales, acelerando la neuroplasticidad. Previenen complicaciones secundarias de inmovilidad como osteoporosis y úlceras. En ortopedia, facilitan recuperación postoperatoria y tratamiento de lesiones musculoesqueléticas. Su mayor impacto reside en devolver independencia funcional a pacientes con movilidad reducida, transformando radicalmente su calidad de vida.
La democratización tecnológica redujo costos hasta un 70%, implementando programas de cobertura por seguros médicos y modelos de suscripción que han ampliado significativamente el acceso global a esta tecnología transformadora.
El Instituto Tecnológico de Monterrey ha sido pionero en México, desarrollando exoesqueletos inteligentes mediante empresas como INDI y WeaRobot. Estos dispositivos robóticos incorporan inteligencia artificial y realidad aumentada para rehabilitación neurológica, ofreciendo diseños modulares adaptables a diversas necesidades, desde lesiones articulares hasta derrames cerebrales, transformando la medicina de rehabilitación en el país.
También se han desarrollado exoesqueletos pioneros como el robot de la Clínica de la Columna (CDMX), Roki (Zapopan) y proyectos del CINVESTAV/IPN, incluyendo modelos controlados por ondas cerebrales. Estas tecnologías se enfocan en rehabilitación médica, aplicaciones industriales y recuperación de movilidad. El Laboratorio Franco-Mexicano de Informática y Automatización lidera investigaciones avanzadas, trabajando en colaboración con instituciones médicas para implementaciones prácticas.
El Arte de Reinventarse: Cuando el aprendizaje continuo no es una opción, es tu ventaja competitiva
Los exoesqueletos evolucionarán hacia dispositivos más ligeros con materiales avanzados, integrarán inteligencia artificial adaptativa, interfaces cerebro-máquina mejoradas y costos reducidos, democratizando su acceso en rehabilitación médica, asistencia industrial y mejora de capacidades humanas cotidianas.
¡Hay que moverse!
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